El desarrollo de las nuevas tecnologías ha propiciado nuevos espacios de socialización. Mientras que la infancia/adolescencia crecen en entornos digitales, moviéndose en la web 2 y conociendo a terceros/as a través de perfiles digitales, las personas adultas incorporan una forma de relación añadida a la que conocían, y por consiguiente, opcional. Esta diferencia entre crecer interiorizando el entorno virtual como forma imprescindible de socialización y hacerlo como ingrediente añadido es lo que se conoce como “brecha digital”. Dicha brecha ha dificultado que desde ámbitos profesionales no se haya identificado este espacio como un lugar de victimización y ha impedido a padres y madres educar virtualmente a sus hijos/as. Se detecta la necesidad de dotar a profesionales de estrategias de prevención que favorezcan la generalización en la ciudadanía de un uso adecuado de las redes sociales, así como, a nivel de intervención es imprescindible que se les dote de criterios específicos.